El deporte es cultura - Cicatrices en el alma

Por Natalia Freire

La Deporteca

Cicatrices en el alma



 
Cicatrices en el alma

 


 
El mes de marzo en mi calendario siempre había estado teñido de morado. Hasta ahora. El de 2020 se volvió gris cuando comprobamos que la amenaza que nos parecía tan lejana estaba entrando en nuestras vidas sin ni siquiera llamar a la puerta.
 
Nos vimos obligados a meternos en casa y a no salir nada más que lo imprescindible. Y todo apunta a que vamos a seguir así muchos días; más de los que deseamos. Pero lo estamos haciendo con el convencimiento de que es lo mejor.
 
No nos ha quedado más remedio que aparcar nuestros planes y vivir día a día. Por desgracia, para muchas personas está siendo un auténtico infierno. Ya sabéis a qué me refiero.
 
Sin embargo, como siempre ocurre en tiempos difíciles, también estamos conociendo muchas historias que nos devuelven la fe en el ser humano. Para empezar, nuestros profesionales sanitarios que están trabajando sin descanso. Los empleados de los supermercados, los de los medios de transportes, las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, los de la administración, los fontaneros, los electricistas, los técnicos de sistemas, los que recogen la basura… En fin. Todos los que nos están permitiendo que nuestro confinamiento sea lo menos difícil posible y que contribuyen a que nuestro miedo sea menor. Porque lo que estamos viviendo es algo a lo que nunca antes se ha enfrentado la sociedad y todo lo desconocido se vuelve terrorífico.
 
Es curioso que ahora que no pueden ir, nuestros hijos estén echando de menos el colegio, especialmente a sus compañeros. Y estamos descubriendo que nuestros vecinos, antes casi desconocidos, no son tan raros ni antipáticos y aprovechamos para saludarles desde la ventana cuando llegan las 8 de la tarde. Estamos descubriendo que a muchos de ellos les gusta el mismo deporte o son del mismo equipo que nosotros porque han sacado sus banderas al balcón.
 
Estamos descubriendo que hay gente dispuesta a ayudar o a dedicarnos unas palabras de ánimo, incluso a enviarlas a desconocidos para que su aliento les ayude a mejorar. Y todo se vuelve un carrusel de emociones que envuelve el miedo y la incertidumbre que nos rodea. En medio de la oscura noche sopla una suave brisa que aparta las nubes y nos deja ver el resplandor de la luna.
 
Las lágrimas y las sonrisas. La soledad y la sensación de no estar solos. Las ciudades desiertas y el silencio roto cada tarde por los aplausos desde las ventanas. Vivimos días de contrastes que se quedarán con nosotros como cicatrices en el alma.
 


 

 

 

 

 

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