El deporte es cultura - La cultura del deporte

Por Natalia Freire

La Deporteca

El escocés volador



 
El escocés volador


 

A menudo, cuando realizamos un buen entrenamiento o una buena carrera, suena en nuestra cabeza la melodía de la película Carros de Fuego compuesta por Vangelis. La película fue la triunfadora de la edición de 1981 de la Ceremonia de entrega de los Premios Oscar de Hollywood. Recibió 7 nominaciones de las cuales ganó 4: Mejor Película, Mejor Guión Original, Mejor Vestuario y, por supuesto, Mejor Banda Sonora.
 
La melodía es fácilmente reconocible y ya forma parte de la cultura del cine deportivo pero es posible que muchos desconozcan que su argumento está basado en hechos reales. La película cuenta la historia de dos atletas: Harold Abrahams y Eric Liddell. La historia real de Liddell es realmente interesante.
 
Eric Liddell nació en China porque sus padres, que eran escoceses, trabajaban como misioneros para la Sociedad Misionera de Londres pero se educó en Inglaterra desde los seis años. Ya por entonces demostró tener cualidades para el deporte, especialmente para el rugby y el atletismo. En la Universidad de Edimburgo, donde estudió, continuó entrenando y compitiendo tanto en rugby como en atletismo.
 
En 1922 fue convocado como wing con la selección escocesa de rugby y llegó a disputar los Torneos Cinco Naciones en 1922 y 1923. Pero donde brillaba con un fulgor excepcional era en la pista de atletismo.
 
En 1923 se proclamó campeón británico de 100 y 200 yardas. En las 100 yardas estableció un nuevo récord nacional con 9'7 segundos. No sería batido hasta 35 años más tarde.
 
Participó en los Juegos Olímpicos de París 1924 en los 200 y los 400 metros lisos. Cuentan que también iba a correr los 100 metros, su especialidad, y que no lo hizo porque las eliminatorias se celebraban en domingo y competir en domingo iba contra sus creencias religiosas. Este hecho es una de las historias que se cuentan en la película Carros de Fuego dirigida por Hugh Hudson y estrenada en 1981. Los allegados de Liddell contaron que lo que ocurrió en realidad es que se le pasó el plazo de inscripción para esa carrera y fue la organización quien lo excluyó. Aunque como hilo argumental para una película es mucho mejor la otra historia. Finalmente fue su compañero de equipo, Harold Abrahams, quien se proclamó Campeón Olímpico de los 100 metros.
 
En los 200 metros Liddell logró la medalla de Bronce pero su momento culminante llegaría en los 400 metros. Liddell no era ni mucho menos el favorito. Cuentan que antes de empezar la carrera un masajista estadounidense le entregó una nota con una frase del libro de Samuel:
 
"Aquel que me honra será honrado por mí".
 
Liddell se llevó el Oro batiendo el récord del mundo. Tras lograr el Oro Olímpico se convirtió en un héroe en toda Gran Bretaña y más aún en Escocia donde se ganó el apelativo de The Flying Scotsman (el Escocés Volador).
 
Después decidió marcharse a China como misionero tal como hicieron sus padres y allí pasó el resto de su vida hasta que en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, con la llegada de los invasores japoneses, fue internado en el campo de prisioneros de Weixian donde falleció a causa de un tumor cerebral un 21 de febrero de 1945. Se han cumplido 72 años de su muerte pero gracias al cine y a esa melodía de Vangelis, su memoria es inmortal.
 
Nosotros seguiremos corriendo y escuchando esa música siempre que realicemos una gran carrera porque aunque nunca ganaremos un Oro Olímpico sabemos que la carrera no termina hasta que cruza la meta EL ÚLTIMO RUNNER.
 

 

El escocés volador


Ver vídeo Carros de Fuego de Vangelis


 


 

 

 

 

 

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