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Por Natalia Freire

La Deporteca

La boda de mi hija



 
La boda de mi hija


 

Nuestra hija se casó el 17 de Mayo de 2013. Nada de extraño habría en eso si no fuera porque Noelia es, como toda nuestra familia, del Atleti. Podría decir que es la persona más del Atleti que conozco. Por poner un ejemplo, el año del descenso y las dos temporadas de Segunda División, además de no perderse ningún partido en el Calderón, acudió con el equipo a casi todos los desplazamientos.
 
En uno de esos desplazamientos conoció a Manuel. Del amor a los colores surgió otro amor tan verdadero como el rojiblanco. Volviendo de Bucarest, con la segunda Europa League bajo el brazo, decidieron casarse.
 
La reserva del restaurante había que hacerla con bastante antelación así que elegir la fecha de la boda fue un galimatías porque mi hija y su novio pusieron dos condiciones.
 
NO DEBÍA COINCIDIR CON NINGÚN PARTIDO EN CASA.
 
NO DEBÍA COINCIDIR CON NINGUNA FINAL.
 
Teniendo en cuenta que los horarios de Liga no son fijos y que aquel año tampoco estaba fijada la fecha de la Final de Copa, decidimos que la boda se celebrara un viernes en vez de un sábado. El día perfecto era el 17 de mayo. Coincidía con la víspera de la jornada 36 en la que el At. Madrid jugaba en Balaídos contra el Celta. La Final de la Europa League era el 15 de mayo y supusimos que la de Copa se celebraría, como en años anteriores, un sábado después de que terminara la Liga. Además, el 17 es el número favorito de Noelia. Ninguno pensamos que la Final de Copa acabaría celebrándose un viernes 17 de mayo, que el Atleti sería finalista y que enfrente estaría el Real Madrid.
 
-¡Pues me caso otro día!-gritó mi hija en cuanto se confirmó la fecha de la Final.
 
- No puedes cambiar ahora la fecha, Noelia. Ya están enviadas las invitaciones, la gente ha hecho planes, algunos vienen de fuera... -le decía su padre.
 
- No voy a perderme una Final por una boda. ¡Ni siquiera por la mía!
 
A favor teníamos que la boda era por la mañana y la Final se celebraba en el Bernabéu. Como al Atleti, el destino nos lo había puesto difícil, pero no imposible. Decidimos celebrar la boda y que luego, en vez de a una discoteca, se marcharan a disfrutar de la Final.
 
La boda de mi hija Llegó el gran día. Fue la novia más puntual que he visto nunca. Estaba preciosa. ¡Qué voy a decir yo que soy su madre! En el restaurante apenas comió porque se dedicó a ir de mesa en mesa saludando a todos los invitados, agradeciéndoles su presencia y disculpándose porque se tenía que ir a ver a su Atleti ganar la Copa.
 
Los camareros estaban avisados de que no debían perder tiempo porque los novios tenían que irse al fútbol. El metre también era del Atleti y estuvo muy pendiente de todo. Fue un banquete contra el crono.
 
Nada más terminar, los recién casados se fueron sin despedirse de nadie aunque acompañados de algunos primos y amigos que también iban a ir con ellos a la Final.
 
Quince minutos después Noelia me llamó desde los aledaños del Bernabéu llorando emocionada. Me dijo que sentía no haber podido bailar con su padre, no despedirse ni siquiera de sus suegros y dejar a todos los invitados allí pero que estaba feliz porque a su lado tenía al mejor hombre del mundo y estaba rodeada de cientos de atléticos cantando el Himno de su equipo.
 
Después de colgar el teléfono pude respirar tranquila. Ya estaba hecho. Mi niña se había casado y se iba a celebrarlo haciendo lo que más le gusta: animar al Atleti.
 


 

 

La boda de mi hija

 

 

 

 

 

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