El deporte es cultura - La cultura del deporte

Por Natalia Freire

La Deporteca

La sirena que tenía frío



 
Ona


 

Aquel verano la playa estaba llena de sirenas pero, sobre todo, estaban llenas las piscinas. De pronto no había niños tirándose a bomba, ni nadando de un lado a otro de la piscina; ni siquiera había balones de waterpolo porque aquel verano fue el verano de las sirenas. Allí estaban todas esas pequeñas tratando de imitar a la reina del agua.
 
Había conseguido que todas quisieran ser como ella, esa sirena sin escamas de la que emergía una luz radiante, casi cegadora. Su compañera la vio desde el primer día y se lo contó a todo el mundo.
 
Pero su aspecto físico, su capacidad de trabajo, su constancia, su búsqueda constante de la perfección y la velocidad con la que aprendía no era lo más sorprendente. Había más. Su creatividad superaba todo eso porque aquella niña pintaba, diseñaba. Creaba belleza constantemente.
 
Sin embargo, tenía un secreto. Un secreto inconfesable que le atormentaba. Tenía frío. Mucho frío. A veces temía que ese frío le impidiera competir. Que le impidiera nadar, bailar, brillar, volar. Porque las sirenas no deben tener frío. Deben ser frías. Frías para contener las emociones y no fallar las rutinas. Frías para enfrentar las dificultades que se presentan y superarlas. Frías para controlar que sus músculos no fallen fuera del agua. Para estar cabeza abajo y conteniendo la respiración muchas horas al día. Frías para continuar cuando ya no pueden más.
 
Pero tiritaba. Y en cada escalofrío, una duda. En cada temblor, una ansiedad. Aún así, encontró la forma de superar ese miedo aunque no pudiera vencer al frío. Fue en Barcelona, su ciudad, justo antes de que sonara su canción: el himno de Barcelona 92 cantado por Freddy Mercury y Montserrat Caballé.
 
Enfrentó el frío del agua con las lágrimas que brotaron justo antes de entrar a la piscina. Agua salada de sus cálidos ojos verdes contra el agua dulce y fría de la piscina. Y todos los que lo vieron sintieron una emoción inmensa que llegó hasta ella y le dio la fuerza suficiente para vencer al miedo.
 
Entró en la piscina convertida en una ola de luz y brilló en el agua. Nuestra sirena, nuestra ola, que es lo que significa Ona en castellano, de la que emerge una luz brillante y cálida, sigue pasando frío en el agua pero Ona Carbonell sabe que puede seguir escribiendo, dibujando, creando su historia en Femenino Singular.
 

 

Sirens


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