El deporte es cultura - La cultura del deporte

Por Natalia Freire

La Deporteca

Shiny Happy Griezmann



 
Shiny Happy Griezmann


 


 
Lo primero que supe de Griezmann es que tenía una hermana. Por aquel entonces en el programa de Radio Marca que presentaba David Sánchez a menudo coincidíamos Oscar Badallo, compañero de Donosti, y yo.
 
Entre mis recomendaciones musicales y las cuestiones en cuanto a los gustos culinarios de Óscar, David Sánchez aprovechaba para hacer preguntas y comentarios tan impertinentes como divertidos sobre nuestra vida privada.
 
A menudo bromeábamos sobre la posibilidad de que Badallo cortejara a la hermana de Griezmann, un jovencito de la Borgoña francesa que llevaba en la Real desde los trece años y que había sido descubierto por el cazatalentos txuriurdin Eric Olhats. Gran parte del éxito de Griezmann es responsabilidad de Olhats. Nunca dejó de aconsejarle, de protegerle ni de creer en él. Por eso cada vez que Griezmann celebra un logro deportivo lo hace junto a su mentor.
 
La insistencia de Óscar Badallo, vaticinando que Griezmann sería una figura del fútbol mundial tal como explica en su libro Los Extranjeros de mi Real, hizo que me fijara en el francés, un muchacho enclenque, con ojos tan azules como el cantábrico y aspecto angelical, de esos que parecen no haber roto nunca un plato. Pero tras esa mirada y esa sonrisa de niño bueno se escondía un diablo del área con un talento descomunal.
 
Aquella semilla de talento germinó en el césped de Anoeta. Fue floreciendo en oro y plata desde que Lasarte le vio en un torneo juvenil y se lo llevó, primero al Sanse (filial de la Real) y después al primer equipo.
 
Antoine Griezmann maduró con tranquilidad en Donosti, la ciudad más francesa de España. Tan hospitalaria como discreta. Paseaba por la Bahía de la Concha junto a su inseparable compañero y compatriota, Jonathan Nanizayamo, sin que nadie les molestara aunque bien es cierto que llamaban mucho la atención porque la estatura de casi dos metros de Nanizayamo y su piel negra contrastaban tremendamente con el pequeño y pálido Griezmann. En la Real Sociedad también coincidió con el uruguayo Carlos Bueno que puede considerarse el culpable de que Griezmann no vaya a ningún sitio sin su mate y su bombilla. La mayoría de las veces se le veía riendo, radiante, feliz. Aquel jovencito era la sonrisa del equipo txuriurdin.
 
Put it in the ground where the flowers grow gold and silver shine
 

Shiny Happy Griezmann


 
Además de destacar por su juego alegre y chispeante, lo hacía por sus cortes y sus tintes de pelo, a cual más provocador y atrevido. También sus gustos eran sorprendentes. A través de las redes sociales, en las cuales se exhibía y se exhibe igual de divertido y brillante que su juego, supimos que le encantaba el baloncesto de la NBA, el hip hop, jugar al FIFA y los tatuajes. Uno de ellos es la frase Haz de tu vida un sueño y de tu sueño una realidad. Por entonces ni siquiera soñaba con aparecer en la portada del FIFA 2016 junto a Messi.
 
Hasta que llegó al Atleti sus mayores éxitos fueron un ascenso en la temporada 2009/10 y una clasificación para la Champions League 4 temporadas después.
 
Ese año se graduó como aspirante a grande del fútbol. La rumorología le colocó en la todopoderosa casa blanca a la cual un año antes había llegado otra perla txuriurdin: Asier Illarramendi. En los mentideros se comentaba que, de niño, Griezmann era del Madrid, que su jugador favorito era Zidane y que estaría encantado de jugar junto a sus compatriotas Benzema y Varane.
 
Pero aquel año se disputó el Mundial de Brasil en el que el colombiano James Rodríguez acaparó portadas en los periódicos de todo el mundo. En cambio, Griezmann, aunque jugó los cinco partidos con la selección francesa, no anotó ningún gol ni brilló especialmente en Brasil. Ésa fue la razón por la que el Madrid fichó al colombiano y no al francés. Así que cuando el Atleti Campeón de Liga y Subcampeón de la Liga de Campeones anunció su fichaje en el verano de 2014 me sonó a cuerno quemado.
 
Put it in your heart Where tomorrow shines
 

Shiny Happy Griezmann


 
Con la sombra de ser un descarte del Madrid y el temor de que en los medios aparecieran fotos suyas de niño con la camiseta blanca, me fui al Calderón a ver su debut en el partido de vuelta de la Supercopa de España, precisamente, contra el Real Madrid. Mi escepticismo se diluyó cuando le vi por primera vez con la rojiblanca. Al verle jugar en aquel equipo campeón comprendí que había llegado a su lugar natural porque su nivel competitivo era igual que el de sus nuevos compañeros. Con su asistencia de cabeza a Mandžukic el croata marcó el gol que le daría al Atleti la Supercopa de España y a Griezmann su primer título.
 
Aquello que le faltaba en la Real, lo encontró en el Atleti. Sobre su piel se juntaron tres colores, como en la trilogía de Krzysztof Kieslowski: Azul, Blanco y Rojo. Los mismos que representan la bandera de su país. Libertad. Igualdad. Fraternidad. Libertad para jugar como solía hacerlo en la Real. Igualdad con sus compañeros, campeones de Liga, pues él también se había convertido en campeón. Y fraternidad, porque entre aquellos guerreros que luchaban como hermanos se sentía como uno más.
 
Durante toda la temporada le vi radiante y sonriente. Asociándose con Arda, con Koke y con todo aquel que quisiera divertirse, ser feliz y hacer feliz a la hinchada con los goles.
 
Fue entonces cuando empezó a sonar en mi cabeza la canción de R.E.M Shiny Happy People, el sencillo del álbum Out of Time publicado en 1991. Junto al vocalista de la banda, Michael Stipe, cantaba Kate Pierson del grupo The B-52's convirtiendo esa canción en un hit.
 
El hit de estos dos últimos años en el Calderón ha sido Griezmann. Con las fugas de Diego Costa y Filipe Luis al Chelsea (aunque tras su regreso haya logrado la clemencia de la hinchada), la traición de Arda y la marcha de Raúl García a la casa del padre, nos agarramos al talento que esconde el francés en su zurda, a su velocidad vertiginosa por banda, a su solidaridad en defensa y a la alegría con la que se asoma al centro del campo para rematar los balones que se le escapan a los delanteros.
 
Bien es cierto que, al igual que ocurre en el vídeo de Shiny Happy People hay veces en las que parece disminuir el ritmo, como el viejo que pedalea tras el escenario y que, cansado, deja de hacerlo para beber agua y recobrar el aliento. En ese momento Antoine es más Griz que mann. Deja de ser brillante y se vuelve gris. Pero después se recupera y vuelve a hacernos sonreír. Como en el tatuaje de sus nudillos, HOPE, cuando está en el campo, siempre hay esperanza.
 
Everyone around love them, love them
 

Shiny Happy Griezmann


 
Shiny Happy People llegó a al número 10 en el Billboard estadounidense y alcanzó el número 1 en el Reino Unido. Griezmann puede llegar a ser un número 1 en el corazón de la hinchada rojiblanca. Aunque en el fútbol actual nunca se sabe. Esta historia de amor con Antoine Griezmann, el jugador radiante y feliz, puede acabar igual que la de R.E.M con su canción. Diego Cuevas lo explica muy bien en un artículo en Jot Down. A pesar de llegar a ser uno de los mayores éxitos de R.E.M, la canción prácticamente no fue interpretada en directo por la banda ni está incluida en el álbum recopilatorio In Time: The Best of R.E.M. 1988-2003 porque la odiaban.
 
El tiempo nos dará la respuesta a esa incógnita. Pensándolo bien, será mejor no mirar al futuro y disfrutar de este presente radiante y feliz.
 

 

Shiny Happy Griezmann


Ver vídeo Shiny Happy People de R.E.M


 


 

 

 

 

 

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