El deporte es cultura - La cultura del deporte

Por Natalia Freire

La Deporteca

Operación Impala



 

Operación Impala Si la cita deportiva más importante antes de finalizar el año es la San Silvestre la más importante al comenzarlo es el Rally Dakar.
 
Los más jóvenes se preguntan que por qué si el Rally se disputa en tierras americanas tiene el nombre de una ciudad africana, concretamente la de la capital de Senegal.
 
La respuesta es que desde 1979 hasta el año 2008 la carrera se desarrollaba durante las primeras semanas del año desde una ciudad europea hasta Dakar, la capital de Senegal.
 
Durante casi 20 años la carrera partió de París pero desde 1995 fue cambiando su lugar de inicio por otras ciudades europeas, entre las que estuvieron Granada o Barcelona, principalmente por motivos publicitarios. Pero la verdadera competición no comenzaba hasta que se entraba en África.
 
En cambio, el final de la prueba casi siempre fue en Dakar salvo en algunas excepciones, como en la edición de 1992, en la que la carrera atravesó completamente el continente africano para terminar en Ciudad del Cabo en Sudáfrica; o en 2000 y en 2003, que terminaron en Egipto, con las pirámides de fondo.
 
Pero en 2008 la carrera hubo de suspenderse porque la organización no podía garantizar la seguridad de los participantes por culpa de las amenazas terroristas y, aunque conserva su nombre original, desde 2009 se celebra en el continente americano cruzando Argentina, Chile, Perú o Bolivia.
 
Confieso que la aventura del Dakar siempre me pareció fascinante por el romanticismo que envolvía la carrera pero supongo que gran parte de esa fascinación proviene de las páginas de un libro que puso en mis manos hace más de diez años mi compañera Estela Muñoz que era la experta en motor en Radio Marca.
 
Contaba la historia de cinco jóvenes barceloneses, unos aventureros de los de antes, de los que viajaban sin móviles ni GPS, que hicieron gran parte del recorrido del Dakar en sentido inverso años antes de que la carrera existiera.
 
Estos aventureros recorrieron África de punta a punta a bordo de tres Impalas, unas pequeñas motos de 175 centímetros cúbicos, tres prototipos que la fábrica Montesa, fundada por Pedro Permanyer y Paco Bultó, les confió para que las probaran en el banco de pruebas más duro del mundo: el continente africano.
 
Su único apoyo era un todoterreno que transportaba las provisiones y repuestos indispensables para el camino. El viaje comenzó un 4 de enero de 1962 en Barcelona y terminó, también en la Ciudad Condal, el 16 de abril de ese mismo año. Esta aventura en moto a lo largo de 20.000 kilómetros se conoció como Operación Impala.
 
Operación Impala es también el título del libro publicado por la Editorial Dossat y escrito por uno de los miembros de la expedición: Manolo Maristany.
 
Junto a él viajaban cuatro expertos motoristas: Tey Elizalde, Rafa Marsans, Oriol Regás y Enrique Vernis.
 
Desde Barcelona volaron a Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, y desde allí comenzaron el retorno a Barcelona. Fue en Ciudad del Cabo donde compraron el Land Rover que les sirvió de apoyo logístico durante su aventura y que bautizaron con el nombre de Kiboko (que en swahili quiere decir rinoceronte), por su robustez y fortaleza.
 
Operación Impala es una crónica de los tres meses que estos cinco aventureros pasaron en África. En sus páginas descubrimos cómo cada jornada repleta de arena, barro, caídas e imprevistos, era sobre el mapa africano como un paso de una hormiga.
 
La distancia con Europa parecía no acortarse nunca y, sin embargo, cada noche, al contemplar el mapa bajo las estrellas, con los rugidos de los leones cerca de sus tiendas y cientos de polillas nocturnas revoloteando en torno al farol de petróleo, sentían que estaban haciendo algo grande.
 
Como la vez en la que descubrieron la cima nevada del Kilimanjaro sobre las nubes, cubiertos de polvo rojo, mientras a su alrededor pacían cebras y un rinoceronte ceñudo que no les quitaba la vista de encima.
 
Sin radio, sin tecnología, sin apoyo aéreo, una noche en la que durmieron al raso porque les dio pereza montar la tienda, descubrieron la cola de la Osa Mayor y la Estrella Polar a ras del horizonte. Así supieron que ya habían entrado en el Hemisferio Norte.
 
Y hablando de pasar la noche. Una de ellas la pasaron en una cárcel de Kasala, en Sudán, por un problema con los pasaportes y los visados. Después cruzaron el desierto de Nubia hasta Jartum donde terminaron metiendo las motos en las aguas verdosas del río Nilo. De lo cansados que estaban, confundieron las pirámides con montañas.
 
Del Nilo a Alejandría y, desde allí, a la última parada, Túnez, a bordo de las míticas Montesas Impala que no se doblegaron ante la dureza del suelo africano.
 
Un libro de viajes por el corazón de África, una aventura en moto, un relato emocionante vivido por cinco españoles hace más de 50 años. Eso es Operación Impala, de Manolo Maristany.
 


 

 

 

 

 

 

 

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